El Oeste de Asturias

Nos sorprenderemos cuando visitemos los alrededores de Oviedo y encontremos la increíble Iglesia Skate. Esta iglesia apenas se utilizaba, por lo que la cerraron y desacralizaron, hasta que llegó un empresario y, en su interior, decidió hacer un skatepark, imaginaos… ¡un skatepark dentro de una iglesia!

A apenas 15 minutos en coche de esta iglesia tan vanguardista, podremos visitar tanto la iglesia de Santa María del Naranco como la de San Miguel de Lillo, a escasos tres minutos andando de la anterior, ¡ambas del siglo IX!

Por la tarde, visitaremos Bandujo. Esta pequeña aldea tiene una situación geográfica que nos brinda unas vistas imponentes al interior montañoso asturiano. Sin embargo, no son estas vistas lo que más merece la pena de visitar Bandujo, y es que esta aldea alberga uno de los conjuntos medievales mejor conservados de la región, entre los que podemos destacar la Torre de Bandujo o la Iglesia de Santa María.

Alojamiento en Cudillero.

Cabo Peñas

En nuestro segundo día, visitaremos Cabo Peñas, que es el punto más septentrional de Asturias, lo que lo convierte en un perfecto balcón para disfrutar de unas imponentes vistas del cantábrico.

A medida que nos vamos acercando a la zona, casi tropezaremos con las dos villas marineras que forman el entorno de Cabo Peñas: Carreño y Gozón, los cuales mantienen la esencia asturiana: la comunión entre las tradiciones marinera y rural.

En los alrededores del propio cabo, recorreremos una pequeña ruta a través de una pasarela de madera que nos llevará hasta el faro que preside el lugar. Este punto es un enclave ideal para disfrutar de un atardecer de vértigo, ya que los acantilados de la zona alcanzan ¡hasta cien metros de altura!

Sin duda, alojarnos en Cudillero nos habrá dejado muy buen sabor de boca y unas ganas tremendas de visitar a fondo este precioso pueblecito formado por casitas de colores, lo que hace que tenga una simpática estampa que a nadie dejará indiferente; de hecho, muchos lo consideran el pueblo más bonito de España.

La influencia del mar se hace notar en la vida cotidiana de la zona, no solo porque hay infinidad de playas y miradores en los que disfrutaremos de unas vistas maravillosas, sino porque, además, el puerto está dentro del pueblo y podremos disfrutar de pescado de excelente calidad. ¡Esto nos recuerda que no puedes pasar por alto el tradicional pincho de merluza!

A tan solo quince minutos en coche de Cudillero, nos encontramos la Playa del Silencio, llamada así porque está protegida por un acantilado de afiladas rocas a cada uno de los extremos, que la refugian de la bravura del Mar Cantábrico y hace que sus aguas sean muy tranquilas. Sin duda, no podemos pasarla por alto: está considerada como una de las playas más bonitas de Asturias.

Después, pasearemos por Cabo Vidio, una senda costera que se recorre en, más o menos, 30 minutos y que está llena de lugares que también serán dignos de visitar, como, por ejemplo, el Mirador del Sablón, del cual se dice que tiene el banco con las mejores vistas del mundo.

Mirador y Ermita de la Regalina

Si continuamos nuestro viaje hacia el oeste, llegaremos al tranquilo pueblo de Cadavedo, en el que podremos pasar la noche. A pocos minutos de este pueblo, encontraremos un paraje que, por su belleza, no debemos pasar por alto: la Ermita de la Regalina. Esta ermita fue construida como lugar de culto para la Virgen de Riégala, conocida por los lugareños de manera cariñosa como la Regalina. En realidad, la ermita puede ser visitada en poco más de cinco minutos, pero, si nos paramos a disfrutar del entorno detenidamente, apreciaremos un paisaje precioso de acantilados y playas con varios miradores.

Avanzando un poco más hacia poniente, veremos una cala virgen escondida, la Playa de Bozo. Normalmente, está muy poco concurrida, puesto que no es muy grande y el acceso no es muy visible, pero merece la pena visitarla porque es un lugar con gran encanto. Además, en esta playa también encontraremos una cueva que está considerada como yacimiento arqueológico de gran interés.

Taramundi

Sin duda alguna, nos resulta imposible ser objetivos: a nuestro parecer, Taramundi es uno de los pueblos más bonitos de los que visitaremos; tanto que no sería descabellado pensar que alguno de los visitantes que recibe tenga la tentación de quedarse para siempre.

Este lugar parece sacado de un cuento de hadas: rodeado de bosques, cascadas y cabañas de madera. El susurro constante del agua es la banda sonora del día a día, viéndose interrumpida por pocas perturbaciones, pues la tranquilidad es una de las señas de identidad del pueblo, como también lo son los cuchillos o el queso de Taramundi. 

¡Y llegó el momento de las rutas!

A sur de Taramundi, se encuentra la ruta de la cascada A Seimeira. Para los amantes de la naturaleza, esta pequeña ruta de tan solo tres kilómetros y medio recorre el pueblo de Pumares y la senda del río Agüeira, muriendo en la cascada de A Seimeira. A lo largo de la ruta, el sonido del agua y el verdor de los bosques nos acompañaran durante la mayor parte del camino.

Después, haremos la Ruta del Agua. Es una ruta que comienza en Taramundi y recibe este nombre por los guías tan originales que nos mostrarán el camino a seguir: ¡los molinos!

Mirador de A Paicega

De camino a nuestro próximo destino, Pola de Allande, pararemos al concejo de Pesoz, para lo que tendremos que adentrarnos en el interior del Principado. El mayor atractivo de esta parada lo acapara el mirador de A Paicega, en cuya ruta podremos disfrutar de la vista del embalse de Salime.

Una vez llegamos al mirador, apreciamos, esta vez desde el mismo, las vistas del poblado abandonado de Pesoz, el cual albergaba a la población obrera que trabajaba en la construcción del embalse. Pese a que hoy en día se encuentra deshabitado, en su día su población era superior a los 2000 habitantes.

Pola de Allande

Otro de los pueblos a visitar en nuestro viaje es la Pola de Allande. En este municipio, apreciaremos cómo ha ido dejando huella en sus calles el paso de la historia: desde castros de la Edad de Bronce hasta un imponente palacio de la Edad Media. También quedan algunos restos de la ocupación romana, cuando se practicaban la minería y la extracción de oro.

Por otra parte, Pola es un municipio de gran tradición agricultora y ganadera, por lo que, gastronómicamente hablando, nos encontraremos en un enclave idílico para degustar verdaderos manjares.

La Peral

Para finalizar nuestra ruta, le daremos el gustazo a los amantes del queso. Visitaremos el pueblo de La Peral. Esta pequeña localidad era antiguamente una braña en la que los pastores vivían con sus rebaños durante casi todo el año, aunque, durante los meses de invierno, se trasladaban a los pueblos próximos que se encontraban a menor altitud.

La Peral guarda la esencia rural de la vida ganadera, pudiendo encontrar en sus calles algunas cabañas que se conservan en su forma tradicional. Como hemos mencionado antes, no podremos irnos de La Peral sin probar el queso azul tradicional que se elabora en este pueblo. Para acceder, habrá que dejar el coche en un aparcamiento que hay antes de llegar al pueblo, ya que en sus calles solo está permitido el tráfico rodado para los residentes.

Tras visitar el pueblo, haremos una ruta en la que veremos los Lagos de Saliencia. A lo largo de la ruta veremos lagos rodeados por inmensas laderas y praderías con su correspondiente ganado. En fin, lo que es encontrarse con la naturaleza y la vida rural.

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